Con el final de esta serie se cierra todo un ciclo generacional: muchos se han quejado de que los fans del anime muy jóvenes son como plaga, pero hay que entender que cada generación es marcada por cosas diferentes, en este caso Naruto.
Masashi Kishimoto publicó “el piloto” de la franquicia de Naruto en 1997, aunque en ese entones a pesar de que el tema central era bastante parecido a lo que sería Naruto, tenía sus diferencias, por ejemplo que en este manga de prueba existían cosas como las armas de fuego o hasta automóviles e incluso presentaban a un protagonista que era un demonio zorro de 9 colas y que además era bastante solitario. Fue hasta 2 años después cuando la franquicia dio el gran salto (con sus debidos cambios) y comenzó su publicación en la revista Shonen Jump, lugar donde series como One Piece o Dragon Ball han visto la gloría. El simple hecho de saltar a una de las revistas con mayor circulación en el mercado solo significaba que Naruto tendría mucho éxito.
Como cualquier franquicia, la adaptación animada llegó mucho tiempo después por distintos motivos: tiempos de publicación, historia y sobre todo paciencia de que el manga tuviera éxito. El anime de Naruto comenzó a transmitirse en el año 2002.
Después de un trasfondo como este debemos hacer análisis separados tanto del manga como del anime, así que comenzaremos con la historia dibujada.
Probablemente muchos (incluyéndome) pasan desvelos y noches enfermizas esperando el famoso capítulo nuevo, tradición que se ha ido cumpliendo desde que descubrí la serie hace unos 8 o 9 años. Para un fan del manga fuera de Japón el proceso de lectura es bastante complicado sobre todo porque hay que esperar a una traducción, retrasos por diferentes motivos y lo más frustrante es cuando las historias entran en hiatus o hay vacaciones en Japón.
Esto ha orillado a muchos a desatender el manga y centrarse solo en el anime. Seamos honestos: la popularidad de la serie animada es mucho mayor que la del manga (por lo menos en nuestras regiones). Aun así ,leer un manga tiene una magia especial, sobre todo porque sabemos mucho de la historia antes de que suceda en su versión animada e incluso evitamos problemas recurrentes de censura a la violencia o al contenido sexual leve. Como ejemplo podemos poner el típico Sexy no Jutsu y recordar que en la versión emitida en Latinoamérica de forma oficial, la censura era de esperarse, igualmente que la sangre dentro de los combates. Es claro que un lector no sufrirá de nada de esto, es más: hasta el manga muchas veces puede ser mucho más oscuro que la versión animada.
Otra de las ventajas de haber leído el manga de Naruto es que muchos evitaron el terrible momento de los fillers en la versión animada, que en mi opinión ninguno fue bueno y muchas veces duraban más que los arcs principales. No todo es malo en cuanto a la versión animada claro está, disfrutar de un combate Ninja en la versión animada fue lo mejor que pudo haber pasado ¿o miento cuando digo que el combate entre Gaara y el olvidado Rock Lee durante el torneo para convertirse en Chunin fue lo mejor que paso en la serie en su etapa temprana? Probablemente en el manga este combate fue emocionante pero no género la expectativa que logró la adaptación animada, es un hecho que el personaje de Rock Lee vive de esa gloria pasada.
Además de esto el anime ayudo en bastantes cosas en cuanto a la producción del manga, si recordamos el dibujo de Kishimoto puede que muchas veces no sea limpio y claro por lo que muchos no entendían lo que sucedía dentro de la historia, no quedaba de otra más que esperar a la versión animada o releer un mismo capítulo miles de veces para descubrir los detalles, tomemos como ejemplo esta temporada final del manga donde las peleas pasaron de un plano de humano vs humano a bestia gigante vs bestia gigante y hasta sucesos en diferentes planos dimensionales. Otro detalle a consideración es que el diseño de personajes se fue puliendo durante el avance de la historia, tanto que en las dos adaptaciones son bastante similares.
Como detalle recordemos también ese salto que se dio cuando pasamos de Naruto a Naruto Shippuuden, una historia donde veríamos la madurez de los personajes y el momento oportuno de rellenar muchos de los huecos argumentales que Kishimoto dejo durante la primera mitad de la serie, además de que antes de que comenzará esta nueva etapa la animación había sufrido de innumerables fillers por lo que había que recuperar al público sosteniéndose de la historia original. No podemos negar que Naruto ha sido un éxito redondo durante 15 años pero ha tenido sus detalles, en lo personal Kishimoto expandió tan de golpe su universo que ya no supo controlarlo, como ejemplo podemos tomar que personajes que muchos recordamos con cariño poco a poco se fueron convirtiendo en algo peor que secundarios e incluso los nuevos tuvieron sus 5 páginas de brillo y de un día para otro se perdieron también
Por último hay que mencionar que a pesar de que Naruto es un shonen puro, rayo mucho en el cliché “del poder más poderoso que el anterior”, detalle que se salió de control haciendo incluso invención de técnicas con habilidades exageradas y a veces hasta incomprensibles.
En conclusión Naruto ha vivido 15 años de todo, odio y hasta desaprobación de los más exquisitos pero por otro lado cargo el estandarte de éxito rodeado de una generación de fans bastante leal y pasional.