Por: Alonso Valencia (@DeadPixel_
Mucha gente, tanto dentro como fuera de la industria, sabe que una de las partes más fundamentales de un videojuego es el hype, tanto así que con el pasar de los años se comenzó la tradición de la pre-venta como un incentivo para que todos los fans de tal o cual juego pudieran calmar sus ansias y supieran que tenían asegurada una copia
Este hype ha sido la base del éxito de varias de las grandes licencias en la actualidad, pero no hay ningún otro como el creado alrededor de Super Smash Bros., la gran espera entre el anuncio formal del brawler, y la salida de éste mismo, es fatídica, pero al mismo tiempo es uno de los grandes placeres que ya se volvieron tradición en el culto smasher, por lo que la expectación y todo lo que rodea al roster, los stages, la música, los items y los elementos característicos de la saga, es simplemente un deleite igual de satisfactorio que tener el juego mismo en tus manos.
Mi acercamiento a Super Smash Bros Se remonta a los tiempos del Nintendo 64, en donde era una parte fundamental de las retas de sillón de aquella generación. Con el tiempo se volvió seguro que una secuela a esa grandiosa experiencia en forma de juego de peleas, que incluso creó un género, llegaría en cualquier momento, y en el lapso en que Nintendo decidió mostrar un primer adelanto a lo que se sigue discutiendo como la mejor entrada de la saga, Super Smash Bros. Melee, se abrieron las puertas para un hype inmenso y una de las esperas más sufridas en la historia de la gran N que sólo se acrecentaría en futuras entregas. Parte fundamental para Smash Bros. es la espera, una gloriosa demora llena de trolls, sugerencias, supuestas filtraciones, rosters soñados por doquier, y claro, la información a cuenta gotas que me fascina.
En los tiempos antes del lanzamiento de Melee, el internet era aún elemento un tanto desconocido y de alguna manera obscuro para las compañías de videojuegos, que hoy se han convertido en maestras de la anticipación, así que la información más viable aún estaba en los medios impresos. Las revistas de la década se jactaban de mostrar a Zelda, Peach, y Bowser, entre otros, en toda su gloria pseudo-realista que destacaba las bondades del GameCube con un Mario en mezclilla y un Donkey Kong más realista que de costumbre. Una de las partes más mágicas antes de la salida de Melee, es que muchos aún no teníamos la menor idea de quiénes serían los personajes a desbloquear, por lo que al ver la primera vez a Mewtwo aún es un recuerdo grandioso, al igual que Ganondorf o el extraño Mr. Game & Watch, a diferencia de otros casos como el de Pichu y el de Dr. Mario que seguramente dejaban a más de uno con una cara de confusión.
El caso de Brawl es completamente diferente, y sin duda alguna, fue aquí donde empezó un deleite por la espera desde aquel primer tráiler en el E3, en donde veíamos nuevos personajes como Wario, Zero Suit Samus, Meta Knight, o Pit. En este momento, en este simple punto en la historia, es donde Super Smash Bros se convirtió en uno de los juegos con la anticipación mejor lograda de la historia, gracias a un simple mortal que lleva por nombre, Masahiro Sakurai.
Sakurai, el creador de Kirby, el Benjamin Button japonés, el amante incesante de su gato, y una de las personas más difíciles de descifrar con una maestría para el engaño; la burla y la habilidad de desorientar a todos y cada uno de los que esperamos jugar el nuevo Super Smash con ansías.
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